Fui una noche
de un artífice
joyero,
quien tallaba fantasías en trazos bellos,
y al mirar una, a la luz de un candelero...
reflejaba con sus rayos gran destello.
Mas un viento
fugaz
y repentino,
hizo apagar aquella llama
ardiente,
y con la gran oscuridad que
sobrevino,
aquel destello cesó completamente.
Aún a oscuras vi que
desde
otra
vitrina,
mientras él iba a encender luz nuevamente,
surgía una claridad muy blanquecina,
de algún objeto que brillaba refulgente.
Me aproximé hacia aquel
brillo
tan
puro,
presuroso por
llegar
hasta
el lugar,
mas de pronto...
al cesar de estar
oscuro,
me encontré ante una piedra vulgar.
Al preguntarle entonces
al joyero,
me contestó con gran sabiduría:
-Puedo tallar un diamante verdadero...
mas, no puedo
dar luz
propia a fantasía.
-Así también en la vida
muchos seres
brillan cual la fantasía por reflejos,
cuidando sólo sus formas
exteriores...
mas, de luz y de
verdad están
muy lejos.
Entonces comprendí que había
gran
ciencia,
en ese ejemplo de simple
protección,
pues una cosa en la persona es su
apariencia
y otra mayor
es lo que hay en su corazón.
Mas
cual fue dicho: "si sois Vírgenes
Prudentes
tomando aceite y virtud
en vuestro andar,
tendréis luz en vuestras
lámparas ardientes
y podréis seguir
al Rey sin tropezar".
No hay comentarios:
Publicar un comentario