jueves, 11 de octubre de 2012

28.- Prosperidad



Muchas veces los hombres con fervor
comienzan con firmeza a trabajar,
esperando que el futuro de su labor
los haga prontamente progresar.

Mas si el afán impaciente lo ha tentado
hacia el robo, la limosna o injusticia,
al ceder se habrán contaminado
con el gusano del ocio o la codicia.

Y el ocio nunca fue buen consejero
pues mora junto con el vicio y el pecado
y éstos seducen con arte lisonjero,
a todo ser que en justicia no ha luchado.

Y así comienza el hombre a desviarse,
pues al entrar el pecado en su corazón,
lo ha de cegar sin que pueda percatarse
que va rumbo a su propia destrucción.

Y en su vértigo voraz tan insaciado
busca siempre por un medio deshonesto,
de conseguir sin luchar lo ambicionado
con la “injusticia mundana” por pretexto.

¿Por qué los seres son tan torpes de entender
que la suerte no es ciega ni profana;
que nadie puede disfrutar ni retener…
aquello que en justicia no se gana?

Pues el progreso en su equidad exige el precio
de la prudencia, el juicio y la destreza
quien gasta mas de lo que gana es un necio
que ha de vivir condenado a la pobreza.

Huye del robo y la limosna, Pueblo mío,
pues aunque grandes dádivas consigas
no podrás disfrutarla y en hastío…
te colmarán de humillaciones mientras vivas.

Alejaré de ídolos con grandes fundamentos
y de tradiciones que vejen tu dignidad
si obedeces a Dios sus Mandamientos
Él os promete que tendréis PROSPERIDAD.

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