Tú… que lleno de ansiedad mezquina,
vas luchando impregnado en vanidad
y en vez de buscar Gracia Divina,
sólo te place el orgullo y la maldad.
Tú… que solo sabes buscar consuelo,
en el dolor que al ajeno le ha tocado,
y que en vez de enseñarle a ver el cielo
lo incitas cruelmente hacia el pecado.
Tú… que temes en el juicio eterno,
te encuentres solitario y castigado;
y tratas de arrastrar hacia el infierno,
a los que como tú, a Dios han olvidado.
Tú… que olvidas lo que Jesús dijera:
“A todo aquel que pide será dado”,
pide tú también con fe postrera
y si es justo te será otorgado.
Tú… que aún formas parte de este mundo
y que por ello no eres libre de pecado,
contra él lucha con fervor profundo
y pide a Dios que te haya perdonado.
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