miércoles, 31 de octubre de 2012

Sobre el Autor



El autor Osvaldo R. Borelo (Helaman) nació en Buenos Aires, Argentina el 6 de enero de 1931 y aunque su profesión se desarrolló en el área de las Comunicaciones, desde joven ha sido un indagador de los principios fundamentales que se relacionan con el propósito de nuestra existencia.
                Motivado por el logo de su escudo genealógico “FORTIS EST VERITAS” (La Verdad es Fuerte o Poderosa) siempre estuvo compelido por buscar, estudiar y escribir sobre nuestra identidad eterna y el porqué de nuestra vida.
                Como lo expresa a través de estos poemas metafóricos, sostiene que toda verdad proviene del Creador y tiene “credencial propia” y puede ser reconocida por toda alma sincera que tenga el valor de discernirla a través de su propia conciencia.
                Habiendo emigrado a los Estados Unidos en 1969 con su esposa Ángela y sus hijos, allí escribió y edito su libro “FOR A SELECT FEW” (Solo para unos pocos) en 1991 donde también demuestra la importancia de la revelación e inspiración Divina para lograr entender lo sagrado y eterno de nuestra identidad.
                Cada uno de los poemas de “El Aguijón” encierra un mensaje filosófico y espiritual de ayuda para nuestra desafiante vida temporal y la conquista de nuestro glorioso destino eterno.

57.- ¿Poeta?



-¡Óyeme! tú, poeta improvisado,
que no sales de tu clásico cuarteto,
¿no ves que tu lenguaje es obsoleto
y en esta época es torpe y desusado?

-Habrase visto audacia y osadía
de pretender escribir sin tener arte;
te daré un libro y tendrás que avergonzarte,
cuando veas en verdad lo que es poesía.

-¡Calla ya! que tu verso está atrapado
entre rimas con secuencias cerradas,
yo creo en las poesías inspiradas…
libres de vayas cual gacelas en el prado.

-En verdad tienes razón, querido amigo,
mas no fue mi intención ser un poeta,
yo soy tan solo un alma inquieta…
a quien Alguien le mandó ser su testigo.

-Y aunque esta forma de escribir, ya no está en boga
y por ello el mundo me desestima,
lo que yo siento… lo vuelco en una rima
porque si no mi corazón se ahoga.

-Mas ahora ruego que sin egoísmo
quieras juzgar, apelando a tu buen tino,
si no es esto inspiración, ¿de dónde vino?
¿O tú piensas que sale de mí mismo?

-Ya ves por eso uso rima como esquema,
pues si del Cielo percibo algún mensaje,
busco entonces envolverlo en buen ropaje
y en mi torpeza… lo pongo en un poema.

-Sólo espero que puedas comprender
que fue rocío lo que cayó en mi vaso
y si este no es de cristal… no viene al caso,
pues al sediento sólo le importa beber.

56.- La Última Conquista



En el ocaso de la tarde triste,
partió un día el sol de mi esperanza,
al ver morir a todo lo que existe
sin nada en que apoye mi confianza.

¿Qué es lo que perdura en lo creado?
si todo es transitorio y de igual suerte;
pues, no hay soberbio que no sea frustrado
al enfrentarse da cara con la muerte.

Sabio fue Dios al dar a las criaturas,
las llaves de engendrar su descendencia,
mente capaz de conquistar alturas
y prolongar la vida con la ciencia.

Quien pudiera alcanzar preciosas llaves
para cerrar el dominio del destino,
conquistar la muerte y cual las aves
volar en pos del cielo a lo Divino.

Mas, un día pregúntele a mi Señor:
¿Cómo es que yo no tengo que sufrir?
si Tú me diste la vida con amor…
¿Por qué permites que tenga que morir?...

Respondióme: “Tu destino es en justicia,
pues vivir en un prueba transitoria,
¿qué prefieres? ¿ser eterno en la inmundicia?
¿o partir de ella hacia la Gloria?”…

Sigue lo bueno y ama la virtud,
sirviéndome con alma, cuerpo y mente
y si lo haces, ya en vejez o juventud,
te prometo vivirás eternamente.

Pues si logras limpiar tu corazón,
podrás decir al conquistar la Gloria:
¡¡SORBIDO ES OH MUERTE TU AGUIJON!!
¿DONDE ESTA OH SEPULCRO TU VICTORIA?

55.- Honroso Atardecer



Cuando la torpeza turbe tu habilidad
y tus sentidos tan finos se hagan duros,
cuando atacado por los años maduros,
huya el vigor y entre la debilidad…

Cuando la piel de tu rostro lozano,
lleno de arrugas rasguen tu figura…
cuando las formas pierdan su hermosura
y tiemble el pulso en la que fuera firme mano…

Cuando las sienes, testigo de tu historia,
descubran al tornarse cual la nieve…
que no hay vigor que el tiempo no se lleve
y que no es tan ágil y firme tu memoria…

Cuando llegue sobre ti ese atardecer
y veas a un joven que anhele tu lugar…
comprende que es tu hora de menguar
y dale paso para que él pueda crecer.

Permítele que él pueda prolongar
tu sendero sin mezquina terquedad,
demostrarás que eres íntegro en verdad
y que sabes delegar sin claudicar.

Y verás sin egoísmo que por eso,
no dejas de cumplir con tu deber;
pues tú sembraste y otro atrás va a recoger
y cada uno da su ofrenda hacia el progreso.

Mas no por ello te vayas a entregar
a abandonarte para morir en vida,
es tu deber juzgar al fin tu gran partida…
solo tienes que cambiarte de lugar.

Y aunque tu cuerpo se encorve ya agobiado,
e inseguro sea en su andar cuando camine,
que tu espíritu libre lo domine
y no claudique añorando lo pasado.

Pues si aún no has sido desatado,
es porque tu misión no ha concluido;
¡¡¡Mira a ese joven confundido…
esperando tu consejo reposado!!!

Ayúdalo con prudente proceder,
pues él tiene que vivir su propia vida,
comparte tú, la experiencia recibida
y disfruta de tu “Honroso Atardecer”.

54.- Sublime experiencia



Había una vez un rey recto y severo
que convocando en su reino a sus ministros,
mandóles que escribieran en registros:
“qué es lo más bello que en sus vidas vieron”.

Pues díjoles: todo es tedio en derredor
y nada hay bello en mi triste rutina,
quiero una “Sublime Experiencia Divina”,
capaz de hacerme llorar por su esplendor.

Uno de ellos sentóse y con templanza
escribió: aunque he visto cosas bellas,
nada mejor que el resplandor de las estrellas
en una noche limpia y de bonanza.

Otro puso: lo más bello de observar
pues nada superior yo vi hasta ahora,
fue el esplendor refulgente de la aurora,
con sus matices reflejados en el mar.

Un tercero narró: no hay vista alguna,
como las flores brotando en primavera
y el rocío que destila en la pradera,
en una noche plateada por la luna.

Y así todos le escribieron a conciencia,
lo mejor que habían visto al soberano,
y al final, el ministro más anciano,
recomendó esta sencilla experiencia:

¡Oh! Majestad perdonadme si yo llamo
la atención a tu demandada terca,
mas, lo sublime de ti está muy cerca:
observa a tu hijo cuando te dice TE AMO.

Entonces verás, que toda otra hermosura,
palidece de envidia en su presencia
pues lo mejor que Dios creó en su Omnipotencia
es el don del puro amor en la criatura.

Tomó el registro aquél Rey y a pie juntilla,
recorrió con ansiedad cada experiencia,
cuando dijo “TE AMO” la inocencia,
se vio una lágrima rodar por su mejilla.