¿Qué es lo que te ocurre pueblo mío,
que te debates pesimista y desconfiado?
¿cómo es que no has llegado hasta el hastío
de andar por los caminos que has andado?
Que insatisfecho de ti mismo te divides
para enfrentar cada parte y desangrarte
y que a tu hermano le exiges y le pides,
mas tu, egoísta, no quieres dar tu parte.
Que crees que no hay ningún hermano
que pueda gobernar sin egoísmo,
y al pensar así no yerras pues ufano,
desearías en su lugar hacer lo mismo.
En ti el médico, maestro y abogado,
han olvidado lo noble de su oficio
y en vez de ejercitar su apostolado,
cuando deben dar virtud vomitan vicio.
Hay religiosos, políticos y obreros,
que han olvidado de que son cristianos
y con tal de pasar ellos primeros,
no les importa pisotear a sus hermanos.
Hay en ti periodistas y escritores
inflados de vanidad y que en su fuero,
son capaces como Judas traidores,
de vender sus plumas por dinero.
Pues ya todos estáis bajo el pecado,
mas, toda cadena con virtud se quiebra,
Jesús espera que no hayáis olvidado,
que nadie pudo arrojar la primer piedra.
No importa que te duela –yo te digo-
que si no piensas bien, no hay esperanza,
al desconfiado le espera el cruel castigo,
de su mezquina conciencia que lo alcanza.
Mas no espero eso de ti, pueblo querido,
porque tu esencia es buena y de justicia,
culpables son los maestros que has tenido
que aprobaron por buena la inmundicia.
Si aquellos que debieron orientarte
con su ejemplo, no te dieron enseñanza,
por ti mismo igual has de elevarte
con la ayuda de Dios y en su confianza.
Hoy la mente de tus hijos ha crecido,
ya nadie robará tus decisiones,
si eligen bien, tu suelo bendecido,
no sabrá de horror ni maldiciones.
¡Basta ya! ceñíos al fin con fe postrera,
adelante!! Con valor, mostrad pujanza,
luchad por la virtud, la Patria espera…
vestida con su emblema Esperanza.
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