Allí donde encuentres a un doliente,
a un pobre, a un huérfano o enfermo;
enséñale que luche y que se aliente,
poniendo su confianza en el Eterno.
Dile que es la esperanza del cristiano,
el sentir con pasión y gran anhelo,
que hay un mundo mejor ya muy cercano
y que no es esta tierra ni este cielo.
Que es vivir feliz sin sujetarse,
a este mundo de prueba tan mezquino;
es el mirar al cielo y elevarse…
en espíritu hacia Dios y lo Divino.
Es alentar el alma a que se esfuerce,
a progresar avanzando y no estancarse;
pues aún el agua pura al detenerse…
también termina por contaminarse.
Es percibir lo invisible y alegrarse,
viendo ya lo presente renovado;
con una Gloria que ha de manifestarse
que hará del hombre un ser glorificado.
Y es por fin, saber que al fin de todo,
cada hombre su esperanza habrá alcanzado:
el orgulloso e infiel, sucio de lodo…
y el humilde por Dios será limpiado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario